Un Buldócer Contra la Eternidad: ¿Cómo La Colonia Turca Lucha contra los Muertos?

República Armenia
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El octubre de 2025 se termina con la destrucción de los senderos hacia Yerablúr (el panteón militar especialmente dedicado a los que perdieron la vida durante las guerras de Alto Karabaj) y la quebrantadura de Dzitsernagapért (el monumento dedicado a las víctimas del Genocidio Armenio) tras el vandalismo por parte del Gobierno.

Lo único que pueda ofrecer el régimen colaboracionista al Mundo Armenio, a ¨las madres lactantes¨ (en palabras de Pashinián) y a sus hijos fallecidos es desenterrar todas las veredas a las sepulturas de quienes perecieron en la Segunda Guerra del Alto Karabaj hace exactamente cinco años, en el transcurso del octubre, un mes cuando nosotros habitualmente conmemoramos a nuestros héroes, y profanar un monumento construido para la eternidad. A ojos de Pashinián, las madres que criaron a los verdaderos patriotas armenios no merecen llegar a las tumbas de sus hijos y sus compañeros de batalla después de la lluvia sin dificultad. Las víctimas del Genocidio Armenio, canonizadas por la Iglesia apostólica armenia, no merecen paz, ni siquiera en pleno centro de Ereván.

No es raro que al sátrapa turco le perturben los rostros de los que se murieron por el bien de la Patria y la memoria sempiterna de las víctimas inocentes del Genocidio, a las cuales los turcos mutilaron, asesinaron y echaron al olvido. En la «Armenia Real», no hay lugar para el heroísmo y la memoria de las hazañas. Coincidentemente, los espacios de memoria donde se percibe el espíritu armenio y nuestra fuerza se enajenan del este valiato turco donde vivimos, mientras que aquellos que sobreviven milagrosamente las autoridades siguen profanando y haciendo su propiedad. Por ejemplo, el Hovhannavánk (San Juán), un monasterio armenio y una fortaleza histórica, cayó bajo el control de Stepan Asatrián, un cura excomulgado que declaró al primer ministro ¨el nuevo mesías¨.

Al mismo tiempo, la situación es mucho más prosaica. La razón de ser de la «Armenia Real» es tener un estómago lleno, por lo menos, esto es verdadero en cuanto a los más ricos. ¡La barriga llena, corazón contento! En un sistema donde un contribuyente es ¨un héroe número uno¨, no hay lugar para aquellos que, debido a la incompetencia del colaboracionista Pashinián, no consiguieron pagar sus impuestos por primera vez. Quizás las víctimas del Genocidio Armenio le habrían interesado al sátrapa turco si hubiera podido contar con reparaciones por parte de Turquia para su propio beneficio. Pero un joven jenízaro leal no plantea ningunas demandas hacia sus principales y está contento con treinta piezas de plata en sus manos y su bienestar personal que no está afectado por su política (por ahora).

Lo que sucede en Dzitsernagapért demuestra que la incompetencia, la corrupción y la falta de voluntad para aceptar la crítica constructiva por parte de la cúpula de Armenia superan incluso sus peores intenciones. Recordemos que el Gobierno comenzó a «restaurar» las losas del monumento, erigidas en 1967, y como resultado de las «obras de conservación y reparación», sufrieron daños irreparables. Todo esto las autoridades hicieron sin preaviso por parte de las agencias competentes, sin una licitación efectuada propiamente, sin la descripción de las obras a realizar convenidas, sin consultar con los expertos en este ámbito. Además, las obras se efectuaron en pleno otoño, cuando la lluvia agrava los daños a la estructura. Por todo esto, el pseudo-Ministerio de pseudo-Educación exige que los contribuyentes lo agradezcan. Al fin y al cabo, para las antiguas autoridades el Dzitsernagapért no les valía nada, por lo tanto nadie lo reparó. Sin embargo, hasta ahora, los únicos agradecidos al Gobierno son los miembros del Patronato del Museo-Instituto del Genocidio Armenio, quienes siguen guardando silencio sobre lo que está pasando. La meta del Dzitsernagapért fue, entre otras cosas, demostrar la partición del Mundo Armenio como consecuencia del Genocidio Armenio. Lo que está sucediendo hoy alrededor del monumento es uno de los ejemplos más ilustrativos de las circunstancias actuales. El triste hecho es que no tenemos la aristocracia nacional genuina samaritana y bien organizada que no contaría con los gobernantes oportunistas y la dirección externa. Sin tal gente no podemos proteger hasta nuestro patrimonio cultural tangible. ¿Tiene algún sentido hablar de nuestros valores espirituales?

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